Muchas investigaciones sobre la dieta mediterránea tradicional han mostrado que este tipo de alimentación puede reducir el riesgo de desarrollar algunas enfermedades, hoy te explicamos más sobre esta dieta y está forma de vida.
La Dieta Mediterránea es una valiosa herencia cultural que representa mucho más que una simple pauta nutricional, rica y saludable. Es un estilo de vida equilibrado que recoge recetas, formas de cocinar, celebraciones, costumbres, productos típicos y actividades humanas diversas.
Así lo reconoció y celebró la UNESCO inscribiendo la Dieta Mediterránea como uno de los elementos de la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
La alimentación saludable que nos proporciona la Dieta Mediterránea es perfectamente compatible con el placer de degustar sabrosos platos. Y en Merci Sitges, los sabemos muy bien, por eso seguimos esta dieta y su filosofía de vida porque nos toca tan de cerca.
Aquí va un repaso de las características y de los numerosos beneficios para la salud de la Dieta Mediterránea, la mejor dieta del mundo:
1. Rica y sostenible. Este patrón alimenticio tradicional de los países que rodean el Mediterráneo, especialmente España, Grecia, Italia, se caracteriza por el consumo, sobre todo, de frutas y verduras, pescados, cereales y aceite de oliva. Pero, además, es una dieta en pro a la agricultura sostenible, debido a su apuesta por los productos de proximidad y autóctonos y de temporada.
2. Estilo de vida. La dieta mediterránea no es solo una pauta nutricional. Engloba alimentos y productos, hábitos y costumbres, maneras de cocinar y celebraciones propias que proporcionan una identidad cultural singular. En ella son clave nuestras verduras, legumbres, frutas, pescados y, sobre todo, nuestro aceite de oliva. Pero va mucho más allá: se trata de una forma de entender la cocina y la vida. Requiere de sol, luz y alegría. Es la manera en la que nos relacionamos, y está presente en nuestro día a día.
3. Saludable. Porque posee efectos beneficiosos para la salud, tanto es así que “la propia OMS la considera, junto a la dieta nórdica, una de las más saludables. El investigador norteamericano Ancel Keys comprobó que los países del Mediterráneo tenían una mortalidad y una incidencia de la enfermedad cardiovascular más bajas que los del norte de Europa y de Estados Unidos. Datos que atribuyen al estilo de vida mediterráneo y, en concreto, a su dieta.
4. “Superestrellas”. El aceite de oliva es el emblema por excelencia de la dieta mediterránea y la grasa principal con la que se elaboran los platos. También se incorporan otras materias primas de origen vegetal que hay que consumir en abundancia por ser grandes fuentes de vitaminas, minerales y fibra. O, lo que es lo mismo, verduras (todos los días, en comida y cena, al menos una de las raciones en crudo), hortalizas, legumbres, frutas (cinco piezas al día) y frutos secos.
5. Carne roja sí, pero con moderación. Tras un gran número de estudios, la OMS aconseja no consumir más de 50gr. al día por persona por lo que lo ideal es consumir carne una o dos veces a la semana. La carne roja tiene un alto contenido de vitamina D, y para que esta sea saludable, lo esencial es que sea de calidad y alternar su consumo con frutas y verduras. Menos cantidad y mayor calidad.
6. Cereales. En el planteamiento ideal de la dieta mediterránea, el pan y otros alimentos procedentes de cereales, como la pasta y el arroz, deberían formar parte de nuestra ingesta diaria, sobre todo en su versión integral o sin gluten, por su contenido en carbohidratos, fuente de energía imprescindible para afrontar el día a día. Además, hay que priorizar los productos frescos y de temporada frente a los procesados.
7. Pescado y lácteos. El producto marino también está presente en nuestro patrón alimenticio, especialmente el pescado azul (rico en vitaminas A y D y omega 3) que tendríamos que comer al menos dos veces la semana. Mientras que deberíamos incluir en nuestro menú diario elaboraciones fermentadas como el yogur, rico en proteínas, minerales y vitaminas.
8. Agua y ejercicio. Ya sabemos que el vino, tomado de forma moderada y durante las comidas, es un clásico en la dieta mediterránea por sus posibles efectos beneficiosos para la salud. Sin embargo, no hay que perder de vista la importancia de hidratarse bien con agua (de 1,5 a 2 litros diarios). Y practicar ejercicio físico de manera regular es tan importante y mediterráneo como comer bien.